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Shiva |
Las Danzas Clásicas de la India son un compendio de las más genuinas tradiciones de
la antigua civilización a la que pertenecen, dado que en ellas se encuentran
importantes facetas de las artes, filosofía, religión y otros aspectos esenciales
de la vida de ese vasto territorio. Este arte ha sido preservado por más de
2000 años. El espíritu de la India se halla tan plenamente manifestado en sus Danzas Clásicas que, a través de ellas, se percibe el auténtico mundo de sus
pensamientos, sentimientos y sabiduría.
Se
denominan danzas clásicas de la India a las incluidas en el "Nâtya-shâstra (del sánscrito: Nâtya = danza y shâstra = tratado), un tratado artístico atribuido
al rishi Bhârata y escrito alrededor del
año 400 a. C.
La concepción de "danza clásica" India es de cuño netamente
occidental, ya que el término “nâtya”,
traducido en forma simplificada como "danza", tiene
un significado más amplio, ya que involucra canto, música,
teatro
y otras disciplinas. Esta obra se divide en 38 capítulos en torno al teatro,
el drama,
la poesía,
el canto y
la música.
Incluye reglas sobre temas tan diversos como los edificios ideales para interpretar
estas artes, las reglas de prosodia y dicción, los tipos de personaje, la forma de representar los
sentimientos y los movimientos de cada miembro. Se describen en detalle 67 mudrâs (posiciones de las manos) y 36 movimientos de ojos.
¿Pero cómo llegaron al rishi Bhârata todos esos conocimientos? Para explicarlo hay que partir de la religión hinduista y de su triada de Dioses: Brahmā (el Dios creador), Visnu (el
Dios preservador) y Shiva (el Dios destructor).
Shiva Nataraja, “el rey de la danza”, hace
bailar al mundo una frenética danza destructiva a través de los ciclos del
nacimiento, la muerte y la reencarnación. La danza de Shiva está compuesta por el fluir de sus cinco actividades. El poder de la creación está representado
por la mano derecha en alto y el tambor, sobre el cual toca y produce las
vibraciones de las que emanan los ritmos y ciclos de la creación. El poder de mantener está representado por
la mano derecha de abajo en un gesto de bendecir o indicación de no temer. El poder de destrucción se muestra a
través del fuego que sostiene en su mano izquierda elevada, en una pose de
media luna. El poder de ocultar es
aquel que esconde la verdad, permitiendo así el crecimiento y eventual
cumplimiento del destino, representado por el pie derecho sobre el demonio
postrado. El poder de revelar,
representado por el pie izquierdo levantado y la mano izquierda hacia abajo
como una trompa de elefante, brinda conocimiento y libera el espíritu. Los tres
ojos simbolizan el sol, la luna y el fuego o los tres poderes: crear, preservar
y destruir. Dos ojos representan el mundo de dualidad mientras que el ojo del
medio muestra la visión de no-dualidad. Su sonrisa indica una transcendencia
imperturbable.
Brahmā ofreció y
recordó el completo contenido de los Vedas. Del Rig-Veda o
libro de los himnos, tomó la recitación poética; del Sama-Veda o
libro de las melodías, tomó la música; del Yajur-Veda (o Iayur-Veda),
el libro de los sacrificios, tomó el arte de la expresión (Abhinaya); y del Atharva-Veda o
libro de los oficios espirituales y encantamientos, tomo Bhava (la
emoción) y Rasa (el sentimiento). Así, de la esencia de todos los Vedas nació
el Nâtya-Veda, abarcando su contenido todo lo relacionado con el
drama, la danza, la música y otras artes afines, y poseyendo el mismo poder de
despertar en el alma humana la conciencia de su divinidad. Estos conocimientos fueron revelados por Brahmā al rishi Bhârata, que
lo inspiraron a componer, con la
colaboración de un grupo de Apsaras y Gandharvas (bailarinas y
músicos celestiales), el primer ballet-drama llamado Samudra Mathana.
Cuando el espectáculo estuvo listo, lo presentó ante el dios Shiva,
quien habiendo quedado profundamente complacido, ordenó a Tandu, uno de sus
servidores, que instruyera a Bhârata
en la forma Tāndava (viril) de la danza divina. Por
su parte la diosa Parvati, esposa de Shiva, decidió también
revelar al mundo otros secretos de este arte, enseñándole la forma Lasya (femenina),
plena de belleza, gracia, elegancia y felicidad. El rishi Bhârata, tras recibir estos valiosos
conocimientos, los compiló en el extenso y detallado tratado que se llamó "Nâtya-shâstra".
Las Danzas Clásicas de la India incluyen muchos y muy
diversos estilos. Aunque cada estilo tiene su propio sello y características
que los distinguen, todos ellos poseen dos aspectos fundamentales: Nritta y Nritya.
Nritta es la danza
puramente técnica compuesta de estilizados movimientos y poses, en la que no se
expresan sentimientos ni emociones. Es conocida también como “danza pura o
abstracta” la cual describe la belleza de los movimientos y combinaciones de
pasos, utilizando los gestos realizados con las manos sólo en forma decorativa.
Aunque carece de significado alguno, sirve para sumar gracia y expresar la alegría
provocada por el ritmo.
Nritya es la unión
de la técnica y la expresión, es la “danza interpretativa”, que sugiere en cada
movimiento y gesto un significado, una emoción o un acontecimiento.
Dos versos extraídos del Abhinaya Darpana explican
esto con claridad: “La bailarina debe cantar, expresando por medio de gestos de
las manos el significado del canto, mostrar en sus ojos estados emocionales y
al mismo tiempo danzar marcando con los pies el ritmo de la música. Hacia donde
van las manos deben ir los ojos, hacia donde se dirigen los ojos la mente debe
seguirlos, donde está la mente nacen las emociones, y donde están las emociones
surge el placer estético”.
Existe un tercer aspecto fundamental llamado Natya, que es la representación
dramática de historias tomadas de la Mitología. La palabra Natya viene de la raíz sánscrita “Nat” que representa conjuntamente
al drama y a la danza. En la cultura de la antigua India, la danza era parte
del drama. Los actores, aparte de interpretar sus roles a través de los diálogos,
lo hacían también, cantando y bailando. Eran producciones grupales, en las
cuales cada rol era interpretado por diferentes actores de acuerdo a las pautas
de la historia a representar. En la actualidad, es más común ver este tipo de
representaciones realizadas solamente por una bailarina, quien interpreta a su
vez, los diferentes roles a medida que va narrando la historia.
Todos los aspectos del arte están contemplados en Natya, ya que hay música para los músicos, danza para los amantes
de la danza, drama para los actores, hermosas líneas y pintorescas poses para
los pintores y escultores, y poesía para los poetas.
Los principales estilos de danza
que se describen en el tratado son los siguientes: Bhârata Nâtyam, Kuchipudi, Odissi, Mohiniyattam,
Kathak, Manipuri, Sattriya, Kathakali y Chhau. A continuación, solo hablaremos de los dos primeros estilos.
Bhârata Nâtyam significa
la danza de Bhârata, el autor del "Nâtya-shâstra".
Es una danza clásica originaria de Tamil Nadu, al Sur de India, y se
caracteriza por su sofisticación, sutileza, elegancia y vigor. Sus orígenes se
desarrollaron a través de los siglos en los templos del Sur de India, donde
éste formaba parte del ritual diario. Los repertorios y formas de
representación han cambiado a lo largo de su historia, pero su íntima relación
con la religión y mitología hinduista ha sido preservada. El nombre del rishi Bharata simboliza tres elementos básicos del baile clásico: bhava,
de la sílaba “bha”, las emociones; raga,
de la sílaba “ra”, la melodía; y tala, de la sílaba “ta”, el ritmo.
Este estilo también se caracteriza por su posición básica que se llama Aramandi (demi-plié), así como por su
complejidad rítmica de trabajo de pies y delicada expresión facial. Visualmente,
es un estilo de danza dinámico y preciso, que muestra además la pureza de las
líneas. La técnica del Bhârata Nâtyam
posee reglas bien definidas, y esto se evidencia claramente en la construcción
de los “adavus” o pasos de baile, en
los que se combinan movimientos de pies, piernas y brazos, con posiciones del
torso y la cabeza, y ciertos gestos realizados con las manos. Cada grupo de “adavus” se ejecuta acompañado de una
determinada combinación de sílabas rítmicas o “solukattus” que caracteriza y distingue a unos de otros. Hay muchas
combinaciones diferentes, las cuales son cantadas por el maestro durante la
clase, quien a su vez, marca el ritmo con el “Tattukali”, que es un simple instrumento de percusión compuesto por
un sólido trozo de madera y un palito.
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Güngurs o Ghungroos |
La técnica consiste
en la sincronización de los movimientos coordinados de manos (mudrâs), pies, cara y
cuerpo que se realizan al acompañamiento de las sílabas de la música, tocada
con la tabla, y al percutir el suelo con los pies desarrollando
patrones rítmicos con la sonoridad de los “Ghungroos” o cascabeles. Mediante
la gesticulación de todo el cuerpo son representadas historias extraídas de las epopeyas hindúes.
El nombre de Bhârata
Nâtyam es, en realidad, un término general para todas las danzas de la
India, que luego comenzó a usarse para denominar la danza de las Devadasis
de los templos del sur. Las Devadasis eran mujeres jóvenes
donadas por sus padres para "casarse" con las deidades que presidían
los templos. Las Devadasis permanecían solteras el
resto de sus vidas y dedicaban su vida entera a bailar y cantar en la alabanza
de Dios, realizando a diario su ritual
a la hora de la adoración o en ocasiones festivas.
Con el paso del
tiempo las Devadasis fueron mantenidas bajo el patrocinio de los reyes siguiendo las reglas
de las cortes, pero durante la colonización la institución de las Devadasis
se corrompió. La dominación extranjera
desprestigiaba la cultura autóctona y ya muchos de los indios habían comenzado
a perder interés por ella.
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Vempati Chinna |
Las Devadasis comenzaron a ser asociadas a la prostitución y el Bhârata Nâtyam se convirtió en una danza vulgar e ilícita. Se prohibió a las Devadasis
bailar en los templos y el Bhârata Nâtyam casi se extingue por completo. Sin embargo, a principios de 1930, algunas
personas, que conocían el valor de ese tesoro, decidieron salvarlo de su suerte
incierta. Srimati Rukmini
Devi, una mujer perteneciente a
una cultísima familia de brahmines de Madras, rompió con la
tradición de siglos que reservaba la ejecución de esas danzas solo para las Devadasis
y, tras varios años de aprendizaje, se
presento en público con un completo repertorio de Bhârata Nâtyam. Rukmini fue alentada
a investigar y aprender las danzas de su propia cultura por la primera
bailarina rusa Anna Pavlova, de
quien recibía sus lecciones de ballet.
Poco después (1936) fundó Kalakshetra en Madras (en la actualidad Chennai),
capital de Tamil Nadu, que
actualmente es el
instituto internacional más importante para la enseñanza de este estilo. Con la
independencia de la India, la danza al igual que otras manifestaciones
artísticas recibió apoyo, tanto estatal como privado. Hoy las bailarinas de Bhârata Nâtyam son las nuevas sacerdotisas de este arte que ha pasado de los templos a
los escenarios, y en sus manos está el conservarlo con toda su pureza estética
y espiritual.
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Vempati Chinna Satyam y Srimati Rukmini Devi |
Kuchipudi es un estilo de danza clásica que se
originó en una aldea del mismo nombre al Sur de la India (estado de Andhra
Pradesh), alrededor del siglo III a.C. Asociada con las religiones, al
igual que la mayoría de las danzas clásicas indias, fue, y continúa
siendo, una viva y vibrante danza tradicional de esta región.
Durante los tiempos de apogeo del culto Bhakti, surgieron en toda la India grupos de artistas que
representaban a través de la danza, el canto y la música historias
devocionales. En esta época de auge místico, vivió un artista y devoto llamado Siddherndra Yogi que se convirtió, tras
largos años de estudio, en un erudito en diversas ramas del conocimiento,
llegando a ser un versado en el "Nâtya-shâstra". Siddhendra no podía comprender el
sentido de la versión de Satyabhama,
quien amaba a Krishna con un
sentimiento posesivo, celoso, dominante, anhelando tenerlo siempre junto a sí,
sin separarse de él ni un instante. Llego a la conclusión que el desear
apasionadamente la unión con el Divino Amado, sin ceder nunca en el esfuerzo de
retener ese contacto constante, era un proceder posible en el sendero
espiritual. Para expresar esos sentimientos Siddhendra Yogi concibió la obra “Bhama Kalapam”, componiendo él mismo la música, la poesía y la
coreografía, en un estilo basado en las reglas del "Nâtya-shâstra". El reservó este arte para los hombres,
enseñando solamente a los jóvenes “brahmines” de la aldea, llamados “bhagavatulos”,
que asumían papeles de ambos sexos. Se cree que el primer grupo de “bhagavatulos”
fue formado por él en 1502. Las materias que los estudiantes debían aprender
eran entre otras: los Vedas, Shâstras, música, danza, literatura, pintura, escultura, idiomas (sánscrito y
telugu), confección de indumentaria teatral, ornamentos, etc.
Una destacadísima
figura de este arte en nuestros días, es el Dr. Vempati Chinna Satyam,
fundador y creador de la Kuchipudi Art Academy de Chennai
(antes Madrás). Este genial maestro de baile, intérprete, músico y
coreógrafo, ha formado a una nueva generación de excelentes bailarines y
bailarinas y ha realizado la coreografía de numerosos ballets-dramas. Vempati jugó un rol muy importante en
el rejuvenecimiento y difusión de este arte ya que, gracias a él, el Kuchipudi recobró su vigor y
reputación, tras atravesar momentos críticos en los cuales estuvo a punto de
caer en el olvido.
Tanto el Bhârata Nâtyam
como el Kuchipudi siguen los
preceptos del "Nâtya-shâstra" y del Abhinaya Darpana. Este
último, que significa “El espejo de los
gestos”, es un tratado posterior al "Nâtya-shâstra" y fue
escrito por Nandikeshwara. En este
tratado se enumeran nueve movimientos de cabeza, cuatro de cuello, y ocho
clases de miradas. Se describen también veintiocho gestos que se ejecutan con
una mano individualmente y veintitrés de las dos manos juntas, y una gran
variedad de formas en que pueden ser combinados y utilizados. Con todos estos
elementos la bailarina expresa el significado de un canto, narra una historia o
interpreta diferentes personajes.
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Srimati Rukmini Devi |
Estos dos estilos comparten, al igual que los
otros estilos clásicos, características comunes tales como las posiciones de
los pies (Pada Bheda), los gestos de las manos (Hasta Vinyasam) y la expresión facial (Abhinaya). En un sentido más amplio, el Abhinaya se compone de cuatro partes o cuatro formas de expresión. Angikabhinaya, que es la expresión
física, utilizando el cuerpo entero para transmitir un significado, a través de
los gestos de las manos, movimientos de pies y torso, posturas, e incluso
diferentes formas de caminar. Vachikabhinaya,
que es la expresión a través del sonido, de las palabras o el contenido de las
canciones, de la música vocal y del apoyo orquestal que se funde con la danza. Aharyabhinaya, que es la expresión
externa a través del vestuario, las joyas, la decoración, la puesta en escena y
otros accesorios. Y Satvikabhinaya,
que es la expresión interna que involucra estados emocionales. Aquí la
bailarina se encuentra absolutamente comprometida con sus emociones más
profundas que afloran desde su ser interior: mientras los ojos se convierten en
el espejo del alma, el rostro se transforma en un verdadero campo de
interpretación en el que se expresan variadas emociones.
Otra característica
común entre ambos estilos es el Aramandi
o Ardha Mandhala, posición básica que se realiza con las rodillas
flexionadas y dirigidas hacia afuera, y en la que se ejecutan la mayoría de los
pasos y posiciones. El contacto de los pies descalzos con el suelo, es un rasgo
muy particular de la danza india. Utilizando la planta, el talón y la media
punta, los pies golpean el suelo marcando diferentes patrones rítmicos. En
ambos estilos encontramos danzas de tipo Tandava
(masculina o de movimientos vigorosos) y Lasya
(femenina o de movimientos graciosos). La música que acompaña tanto al Bhârata Nâtyam como al Kuchipudi es la clásica del Sur de la
India llamada Carnática. A través de la actuación e interpretación, la
bailarina da vida tanto a dioses como a demonios, animales fantásticos y
fuerzas de la naturaleza, junto con las pasiones más sutiles del alma humana.
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Beatriz Crespo |
La música de la India
es de tradición oral, transmitiéndose de maestros a discípulos desde la
antigüedad hasta nuestros días. Cantar es una forma de conectarse a la vida y a
nuestra profunda esencia divina, dejándose llevar por la melodía y el ritmo. El
canto de la India es también una forma de Yoga. Estamos todos conectados por
vibraciones sonoras, así que cantar nos abre el corazón y nos hace vibrar con
todo el Universo.
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Tabla India |
Recopilación hecha por José Antonio García a partir de diversas fuentes: Beatriz Crespo; Web Oficial de Gobierno de Andhra Pradesh; biografía de Rukmini Devi; Kalabhumi; Wikipedia; Centro Durga Ma; y Sociedad Geográfica de las Indias. Gracias a todos ellos.
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