lunes, 23 de junio de 2014

El Monasterio de LA CARTUJA de Cazalla: ESPACIO para el DISFRUTE y para el ARTE


El Monasterio de LA CARTUJA de Cazalla
ESPACIO para el DISFRUTE y para el ARTE

Un fabuloso LEGADO
    La Cartuja de Cazalla de la Sierra es una de las 4 cartujas existentes en Andalucía y de las 26 que hay en toda España. Situado en pleno Parque Natural de la Sierra Norte, a 3 Km. de Cazalla de la Sierra y a unos 70-75 minutos de Sevilla capital, este monasterio cartujo del Siglo XV ofrece un paraje lleno de armonía, serenidad y belleza impactante. De este lugar, que el paso del tiempo convirtió en ruinas desde que los monjes fueron expulsados, emana una energía muy especial debido a su situación en plena naturaleza, donde reina el silencio, la paz y el sosiego.
    El recinto histórico estuvo abandonado y ruinoso durante 140 años, pero ha sido restaurado con gran éxito a partir de su adquisición por particulares en los años 70. Cuenta con vestigios mudéjares del Siglo VIII, como el manantial y la mezquita, de cuando fue un asentamiento de los Fihríes (mineros de hierro). Sus estilos arquitectónicos son: renacentista, gótico y barroco.
   El monasterio tiene muchos y variados espacios, interconectados y amplios. Dos claustros, dos iglesias, dos capillas, una sala capitular, las antiguas celdas de legos, jardines y terrazas con magníficas vistas.

La reseña HISTÓRICA:  
    Quizás la importancia que todos le han dado a este lugar, resida en su altura y en su agua. Se trata de una meseta caliza sobre el valle del Huéznar en donde brota un manantial inagotable y desde la que se contempla la salida del sol. Los estudios arqueológicos coinciden en que fue siempre utilizado con fines religiosos, existiendo un asentamiento anterior al paso de los fenicios cuando abrieron "La Ruta de la Plata".
    A mediados del Siglo VIII (745) musulmanes del norte de África se instalaron en esta zona para trabajar en las cercanas Minas del Cerro del Hierro. Fue entonces cuando el Wali de Córdoba, primer caudillo de Al-Ándalus, construyó un molino de trigo, un molino de aceite y una mezquita que duró 500 años.
    En el Siglo XIV, según se hace referencia en el Libro de la Montería, se convirtió en un pabellón de Caza de osos llamado "El Castillejo", donde se hospedaban los nobles españoles y la realeza, como Pedro I El Cruel, Fernando III El Santo o El Príncipe de Gales. Después se convirtió en la sala capitular que los monjes utilizaron desde el Siglo XV.
    Los primeros monjes que se instalaron en torno a 1416 en el monasterio de Cazalla fueron Jerónimos, como filial del monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce, y lo abandonaron 50 años más tarde, volviendo a su monasterio de origen. En 1476 llegaron a Cazalla los Cartujos quienes ampliaron el monasterio y construyeron la iglesia de estilo Gótico sevillano con Sagrario Barroco navarro, en honor de Nuestra Señora de la INMACULADA CONCEPCIÓN, y allí permanecieron hasta mediados del Siglo XIX. Su expulsión, debida a la Desamortización de Mendizábal, dejó la Cartuja en un completo abandono, pasando de unas manos a otras y sufriendo un deterioro progresivo que le llevó a un estado absolutamente ruinoso, llegando a ser usado el recinto como simple refugio para el ganado. A finales de los 70 fue adquirida por particulares que pusieron en marcha su restauración.
 


El estilo de vida de los CARTUJOS
    La Orden Cartujana fue experimentando cambios a lo largo del tiempo, algunos importantes, pero estos nunca fueron radicales, ni llevaron consigo una extraordinaria separación de las pautas primigenias, sobre todo, de las que se refieren a la vida cotidiana del monje. Cualquier monasterio de la Orden se encontraba habitado por una comunidad compuesta por dos grupos de monjes, los llamados padres y los llamados hermanos conversos o legos.
    Los padres eran monjes dedicados exclusivamente a la contemplación, al continuo diálogo con Dios, a la lectura espiritual, al rezo y a la ejecución de algún trabajo manual no productivo. No realizaban, pues, una labor de predicación o beneficencia, sino que, convencidos del bien que con ello podían hacer a sus semejantes, se entregaban por completo a la contemplación y adoración de Dios. Su especial particularidad era que, a diferencia de otros monjes cada uno de los padres cartujos realizaban cotidianamente las actividades (orar, leer, trabajar, comer y dormir) de manera individual, en absoluta soledad, silencio y aislamiento, en el ámbito de la celda, que consistía en una casa con su huerto o jardín. Característico también era el clima de simplicidad y pobreza en el que se desarrollaba la vida del padre cartujo, reflejado en su austero hábito, en las frugales comidas (con frecuentes ayunos), en el ámbito arquitectónico donde habita el monje (la celda desnuda)  o, incluso, en su propia liturgia, de una marcada sobriedad y sencillez. 

    Es cierto que las comunidades cartujanas, con el paso del tiempo llegaron a ser poseedoras de extensos patrimonios y de espléndidos monasterios, pero esta riqueza jamás trascendió a la vida cotidiana del cartujo que continuó viviendo dentro de las mismas pautas de soledad y pobreza, como los antiguos anacoretas. Junto a ello, los cartujos también llevaban a cabo, en momentos específicos del día o en determinados días a la semana, prácticas comunitarias, propias de la vida cenobítica. Estas eran, por ejemplo, la celebración cotidiana, en común, en el ámbito de la iglesia, de distintas partes del Oficio Divino, como los maitines o las vísperas, y de la misa conventual o, ya en algunos días concretos (por ejemplo domingos y días de festividad religiosa), la comida en común, las reuniones en la sala capitular y el paseo. Por supuesto, los monjes contaban también con la tutela o dirección de un superior o prior.
    El segundo grupo es el de los hermanos o legos. La presencia de este segundo grupo tuvo su origen en una razón de orden práctico. San Bruno quiso que su comunidad constituyera una unidad orgánica independiente, con autonomía económica. Para poder alcanzar este objetivo y dado que los monjes ermitaños debían dedicarse exclusivamente a la contemplación, era imprescindible que dentro de la comunidad se integrasen otros religiosos que se ocupasen de los trabajos productivos y de las necesarias relaciones con el exterior, fundamentales para la subsistencia de todo el conjunto. De ahí la importancia de los hermanos que, aún sintiendo como los padres una vocación contemplativa, decidían entregar parte de su tiempo al trabajo que permitía la independencia de la comunidad. Aunque su régimen de vida era menos severo que el de los padres, sus actividades (cultivo de la tierra, cuidado del ganado, etc.) se desarrollaban con las mismas pautas de pobreza y sobriedad. Generalmente los legos pertenecían a un estrato social más bajo que el de los padres; sin embargo, también es cierto que a lo largo de la historia personajes de alta cuna o elevada cultura decidieron por humildad ingresar como conversos en los muros de las Cartujas.
   “Nuestra ocupación principal y nuestra vocación es la de dedicarnos al silencio y a la soledad de la celda. (…) En ella con frecuencia el alma se une al Verbo de Dios, la esposa al Esposo, la tierra al cielo, lo humano a lo divino”. (Estatutos cartujos, 4.1).
    Las comunidades cartujanas vivían aisladas del mundo, bajo una estricta clausura. Su número de miembros era relativamente pequeño. En los orígenes solo se admitía en cada monasterio 13 padres (incluido el prior) y 16 legos. Con el paso del tiempo este número se elevó; no obstante, nunca se permitieron comunidades excesivamente numerosas. En un principio la economía de las comunidades estaba basada en la agricultura y la ganadería, a cargo de los hermanos, pero con el tiempo también se aceptó la explotación de propiedades rústicas y urbanas y las cuantiosas donaciones de los benefactores.
Alguien se refería a la orden cartuja como: ¨Esta elite contemplativa, equivalente católico al (auténtico) budismo Zen, al  hinduismo (verdadero) o al (genuino) sufismo.¨
    Decían los cartujos que el ritmo imperturbable de este género de vida, un día tras otro, conduce a una existencia sabia y longeva. No hay distracciones frívolas que disipen la mente y debiliten la voluntad. El rigor de la soledad y el gran silencio, la pobreza de los hábitos, el trabajo manual, los ayunos, la interrupción del sueño… Todo ello, practicado con espíritu de penitencia, favorece la unión con la Naturaleza y da al cuerpo salud.
    La dieta es también muy estricta. Jamás se come carne. No hay desayuno. Desde septiembre hasta abril sólo se cena una frugal colación. Hay abstinencia de lacticinios (lácteos) en Adviento, Cuaresma y todos los viernes. Un día a la semana se ayuna a pan y agua. Eso sí: la comida principal es nutritiva y generosa.

La jornada de un Cartujo:
Entre 19:30 y 20:00 horas: Acostarse.
23:30: Levantarse y orar en la celda.
00:15: Maitines seguidos de Laudes (en la iglesia).
Laudes de la Santísima Virgen (en la celda) y acostarse.
6:30: Levantarse.
7:00: Prima-Angelus.
8:00: Misa conventual en la iglesia.
Lectio divina (lectura meditada de la Biblia).
10:00: Tercia. Estudio-trabajo manual.
12:00: Sexta. Ángelus.
Comida-Recreación (trabaja, lee, toma el sol…).
14:00: Nona. Trabajo manual-estudio (el equilibrio entre ambos difiere en cada caso).
16:00: Vísperas de la Santísima Virgen.
16:15: Vísperas en la iglesia. Colación-lectura-oración.
18:45: Completas. Ángelus
19:30-20:00: Acostarse.


La CARTUJA de Cazalla HOY
    Tenemos el privilegio de estar en el mismo sitio donde, durante 450 años, los hermanos Jerónimos y Cartujos vivieron en la sobriedad y el silencio. La filosofía cartuja puede resumirse en la sencillez: cuanto menos tienes, más libre eres; cuanto menos hablas, más cercano al cosmos puedes estar.
    Hoy en día, nuestra misión es crear o facilitar espacios donde las personas puedan disfrutar de lo que significa el AQUÍ y el AHORA… Sentir el momento, sin contaminación acústica, lumínica, ambiental ni acuática. El agua pura emana del mismo manantial que hace más de 3.000 años. Por supuesto no hay ruidos de coches y se pueden ver las estrellas tan claramente que fue denominado un lugar 5 estrellas o “espacio Starlight” por la UNESCO.
    Actualmente es Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, de propiedad y gestión privada, abierto al público los fines de semana y los festivos de todo el año.
    Aparte del esplendor de sus muros y salas, la acústica de los espacios ofrece un lugar muy especial para practicar cualquier tipo de expresión artística, en particular la música y el canto.

    En los diversos espacios del monasterio se celebran todo tipo de eventos: principalmente FESTIVALES CULTURALES, CONCIERTOS, ESPECTÁCULOS, ENCUENTROS, BODAS, TALLERES ARTÍSTICOS, TERAPÉUTICOS, de CONOCIMIENTO y SALUD (danza, música, canto, mindfulness, yoga, meditación, sanación, cerámica, pintura, teatro, etc.), CELEBRACIONES SOCIALES y CULTURALES, VISITAS ESCOLARES y VISITAS GUIADAS. 

Los ESPACIOS
    El enclave dispone de 2 salas para celebraciones (antiguas iglesias de estilo Gótico sevillano y Barroco navarro), un refectorio, dos claustros, dos capillas y zonas ajardinadas. Dispone de “suites” (las antiguas celdas de los legos, restauradas con mucho encanto, con una decoración rústica y elegante a la vez) para alojar a 20 huéspedes, las cuales ofrecen hermosas vistas hacia el Claustro de Legos, los jardines y el valle. También dispone de una “suite” nupcial.
    Hay grandes espacios para organizar un evento, todos en una sola planta y sin desniveles, en los que se armoniza la naturaleza, la historia, la energía positiva y la belleza.
    Junto a la misma puerta del monasterio existe una casa rural, “La Hospedería”, que dispone de otras 20 plazas de alojamiento.

Está ABIERTO al público fines de semana (de viernes a domingo) y festivos de 10 a 15 horas
    Aunque es posible reservar otros días y horarios para GRUPOS o concertar una cita previa llamando al 617 27 10 24.
    Os esperamos para una visita, una noche de estancia, una actividad artística, un curso de lo que os apetezca o para pasar unos días disfrutando de unas vacaciones en plena naturaleza.

Carolina Bourquin
Gerente de La Cartuja de Cazalla


Teléfonos: 95 11 93 446 - 617 27 10 24